No hay espectáculo sin seguridad
Una vez más he tenido el placer de asistir a la convención del consejo de festivales aéreos europeos (EAC), que ha tenido lugar en Mellieha, Malta, del 2 al 4 de marzo; un foro donde se dan cita organizadores de festivales aéreos, pilotos exhibidores tanto militares como civiles, y profesionales relacionados con este mundo: desde funcionarios de organismos reguladores a fotógrafos y videógrafos profesionales.
Todo ello en un entorno inmejorable, en un resort turístico en el norte de la Isla de Malta donde un equipo de voluntarios de la EAC venidos principalmente de Bélgica, pero también del Reino Unido o Dinamarca, hacían que el proceso de acreditación y demás de tareas organizativas fueran sencillas y rápidas.
A pesar del impresionante número de asistentes (más de 150), año tras año se ven caras conocidas, y finalmente da la sensación de pertenecer a una gran familia con una pasión común: los festivales aéreos.
La comunidad de festivales aéreos europeos está claramente dominada en número por los británicos, no en vano el Reino Unido congrega más de 270 eventos durante todo el año, lo que contrasta con las cifras del resto de países, que raramente llegan a las 10 citas anuales, a excepción de Francia, que puede llegar a las 30.
La convención de la European Airshow Council es, ante todo, un evento social. Es un lugar perfecto para hacer contactos y que los organizadores puedan ver qué hay en el mercado para contratar, en caso de los civiles, o convencer, en caso de los militares. Así pues, las pausas para el café (coffee breaks) son un momento idóneo para encontrar a quien te interesa y presentarte.
Pero la convención es también un lugar donde poner en común las experiencias de todo un año de festivales aéreos para mejorar la seguridad en vuelo y la organización del evento en su conjunto.
Así, además de las conferencias principales, se celebraron dos seminarios, uno para directores de exhibición en vuelo (Flight Display Directors, o FDD), y otro para pilotos de reactores rápidos (Fast Jet Display Pilots), o lo que es el mismo, pilotos exhibidores militares de aviones de caza y ataque.
Este intercambio de experiencias y opiniones es vital para mejorar la seguridad de los festivales y de las demostraciones aéreas.
En mi caso, asistí al seminario de FDD y pude comprobar como la legislación y la manera de trabajar de las autoridades reguladoras de los distintos países suelen diferir bastante, y que muchas veces el sentido común no es prevalente a la hora de regular determinadas prácticas de los festivales.
Por ejemplo, en un país se permite bajar de los 500 pies permitidos por la normativa durante la exhibición, pero no durante los entrenamientos, lo que supone un riesgo de seguridad.
Las conferencias
El programa principal consiste en una serie de conferencias que comienzan el viernes por la mañana y terminan el sábado a mediodía.
Los temas van desde el marketing de los festivales aéreos hasta la seguridad en vuelo pasando por la presentación de proyectos de restauración, como el del F-104 noruego, o programas de gestión informática de festivales aéreos.
Se trata de mini-charlas de 30 minutos que permiten a los asistentes conocer de primera mano una muestra de las novedades dentro de la industria de los festivales aéreos, de las nuevas normativas, etc. Como muestra, la Secretaria General de la Federación Aeronáutica Internacional (FAI), Susanne Schödel, habló sobre los drones, las normativas asociadas, y su inclusión dentro de la categoría de deportes aéreos.
También despertó bastante interés la conferencia del «Red 10», Squadron Leader Mike Ling, hablando del tour asiático de los Red Arrows y todas las vivencias y problemas que se encontraron para poder volar a países como China, Malasia, India, o Singapur. Quedó claro que con ser pilotos militares o pertenecer a un equipo tan reconocido como los Red Arrows no basta para evitar los problemas burocráticos o las interminables esperas en los aeropuertos de tránsito.
Pero también hay lugar para presentaciones de delegados que vienen de bastante más lejos. Así, Jeanette Lusty presentó como funciona la agencia de aviación civil de Nueva Zelanda y la gran colección de aviones de época que hay en este pequeño país, mientras que John Cudahy, presidente del International Council of Airshows (ICAS), el homónimo estadounidense del EAC, habló sobre las diferencias en las medidas de seguridad entre EEUU y Europa, principalmente en las trayectorias acrobáticas con energía hacia el público, que están estrictamente prohibidas allí, pero en cambio se permiten actuaciones sin límite inferior de altura.
Flanqueando la sala donde se celebraban las reuniones había toda la exposición de material de los diferentes equipos que querían ofrecer sus servicios o dar visibilidad a sus festivales aéreos, con todo tipo de merchandising y reclamos para atraer la atención, algunos bastante creativos, como las cartas de juego con aviones de la Segunda Guerra Mundial que regalaba (como cada año) la aseguradora Haywards.
El sábado por la noche se celebra la cena de gala, donde en un ambiente distendido se mezclan en las mesas pilotos y organizadores de diferentes nacionalidades. El código de etiqueta es sencillo: lleva puesto lo que llevarías a un festival aéreo. Así, los pilotos asisten vestidos con su mono de vuelo.
Durante la cena se entregan diferentes premios: a personas o instituciones relevantes dentro del mundo de los festivales aéreos o al mejor merchandising presentado en la convención. Una vez entregados, toca un momento muy esperado, una rifa por la que se compran tickets que van a parar a cubrir parte de los gastos de la convención y en la que se sortean regalos de los diferentes patrocinadores, como Breitling, la Fuerza Aérea Belga, etc.
En resumen, una vez más el EAC ha conseguido volver a reunir a gran parte de la familia de festivales aéreos europeos en un entorno distendido en el que se habla de temas muy importantes para la supervivencia de estos eventos y que permite a los mejores de su campo compartir experiencias para mejorar la seguridad en vuelo y en el suelo.
Decimos adiós por ahora en Malta, ya que el 2018 la Convención vuelve a Amberes, Bélgica, antes de viajar de nuevo hacia el sur, ya que el 2019 se llevará a cabo en Atenas.